La historia de Buenos Aires no me la sé; pero sin querer queriendo me fui tropezando con algunos lugares y momentos con mucha historia y también algo de arte… Estos son los que ahora han quedado en mi memoria:
Museo Penitenciario
En San Telmo, ese barrio empedrado, hay una antigua edificación construida por los jesuitas en el siglo XVIII, pero que, al ser expulsados de Argentina, tuvo varios usos. Desde hospital militar hasta «casa de meretrices y mujeres abandonadas», dice el tríptico informativo de la entrada. Sin embargo, ahora su principal uso es exhibir la historia penitenciaria del país.
Artilugios curiosos y piezas que son casi de colección están detrás de los aparadores. Es la historia encerrada, contada así como un tributo a los reos de Argentina.
El Ateneo, una biblioteca para quedarse
Llegamos aquí por sugerencia de un amigo. Sobre la avenida Santa Fe está una librería construida dentro de un teatro. La estructura del antiguo cine-teatro Grand Splendid permanece, sin embargo las butacas y los palcos han sido reemplazados por estanterías de otro tipo de espectadores o, en este caso, protagonistas: los libros.
Ya de por sí ver tantos libros hacen de este punto uno un tanto mágico y muy acogedor. Ahora, todo lo que los envuelve es básicamente seductor. Tiene un cielo raso que podría encasillar como romántico: lleno de misticismo. Luego bajas la mirada y en frente están esas cortinas de terciopelo color vino… ¿Cuántos artistas habrán pasado por aquí? Luego me entero que hasta Gardel alzó su voz en este teatro… Y ahora me doy cuenta que a mi lado está toda una biblioteca. Así que busco la sección de viajes y me escurro entre fotografías y destinos. Luego subo a los palcos sólo para admirar un poco el lugar y tomar unas pocas fotos. Hoy no me apetece agarrar el lugar con un clic, sino darle la vuelta e ilusionarme con todas las historias no leídas en las estanterías.
No sé porqué me da por ojear libros juveniles: historias de vampiros y dragones. Luego busco a unos cuantos ilustradores que me gustan mucho: la comicidad contada con dibujitos… y después de tanto apabullo de cosas lindas me doy cuenta que ya es tiempo de partir. En general las librerías son esos espacios de los que me es difícil desprenderme. El Ateneo aún me tiene un tanto capturada.
Ya de por sí ver tantos libros hacen de este punto uno un tanto mágico y muy acogedor.
Tortoni y un café imaginario

Una tarde sin mucho que hacer y sin mucho dinero. Así que vamos a ver qué hay en la ciudad sin que nos cueste la entrada. Llegamos a Café Tortoni (Av. de Mayo), que es uno de los más famosos de la ciudad, porque ahí, dicen, se han concebido los versos de Borges, pero también ha sido el refugio de Gardel.
Ahora, lo que hacemos es pasar la cafetería en sí, llena hasta el tope, sin una sola mesa libre, hasta llegar a la parte que tienen exclusivamente para guardar historias. Y aquí nos divertimos un poco simulando tomar un café que no podremos pagar.
Cementerio de Recoleta: son otros los muertos
La muerte tiene algo de atractiva. O al menos los cementerios. El de mi ciudad siempre me ha atraído y cada vez que paso por un cementerio de pueblo me dan muchas ganas de ver a quién es que han llorado. Y esperaba tener una conexión como esta en Buenos Aires… Tanto se habla del Cementerio de Recoleta y de la tumba de Evita que dices: tengo que verlo. Y la verdad uno no sale decepcionado; aunque no tanto por los muertos históricos, sino por otras inmortalidades de la memoria: los detalles que capturaron mi atención. Una colonia de gatos viviendo en una tumba enrejada, tantos ángeles en contrapicado, una mujer de piedra amamantando y un mausoleo decrépito. Eso para mi fue Recoleta. ¿Evita, qué?
La noche los museos tomándose la ciudad
Buenos Aires puede resumirse en muchas cosas, pero tal vez una de las primeras que vienen a mi mente es La noche de los Museos. Venir de una ciudad en la que los espacios públicos son privados y encontrarte una noche y madrugada de música al aire libre, obras teatrales, tango y más… ¡totalmente gratuito! fue sencillamente un éxtasis.
Con la Plaza de Mayo como epicentro, la noche comenzó con un show de tango en un Salón Dorado, luego fue ver y escuchar a la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires tocar en la calle Perú una de Gardel (El día que me quieras) con tanta pasión como la que tocaron de Tchaikovsky (Obertura 1812). En el mismo camino estaba la Manzana de las Luces con una obra de teatro sobre la época de la dictadura que hizo de los espectadores vivan en primera persona experiencias de la represión. También la fragata Libertad abrió un museo a bordo en Puerto Madero y así transcurrió el ritmo en la ciudad oscura.
En general, el cuadro fue así: gente de todas las edades caminando libremente por las calles sin carros, cruzando de un museo a un teatro o a un recoveco cualquiera que los esperaba. O simplemente haciendo colas largas para la próxima función.
Esto para mi resume un poco de Buenos Aires y su historia o tal vez sea simplemente mi historia con Buenos Aires.
