Tren tristeza

Creo que las ciudades también se conocen por sus medios de transporte. Y yo conocí a una Buenos Aires gris y triste.

Los grafitis en el subte al principio te parecen arte urbano (y lo es), pero luego te das cuenta que todo está un poquito en la mierda. Por eso de que el Municipio y el Gobierno Central no se llevan.

Entonces, de vez en cuando te saltas el torniquete, porque pagar más de dos pesos para vagones descuidados no vale la pena.

En la línea A, la más antigua, con el vagón el movimiento, unos músicos le hacen a la balcánica.
Un pasajero de la línea A
Un pasajero de la línea A

Hubo un día en que, por corte energético, varias líneas de subte no funcionaron por horas.

Fue algo de no creer.

Todo el universo subterráneo emergió, para convertirse en humanos histéricos sobre el asfalto.
Luego le siguieron laaaaaaaaargas filas para tomar un bus -repleto de gente- a casa.

Casi todos los días tomar el tren sin pagar porque nadie cobra, ni revisa ni nada. Pero siempre andar con actitud de que ya tuvieras el boleto a la mano. Y es que hay que ahorrarse los pesos mientras se viaja.

Al final del día, regresar dentro de una instalación de arte de movimientos bruscos y paradas. El cuadro: un atardecer morado, que baja leve, enmarcado en las pequeñas ventanas sucias del tren y, al lado de esta, alguna sombra humana que deja entrever un par de ojos cansados, agachados, cabizbajos…

El tren me pudo más que muchas tristezas. Y para mi, al final del día, Buenos Aires siempre se pintó de gris.

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Publicado por Sofía Bermúdez Q.

Viajar es mi lugar feliz | Travelling is my happy place.

3 comentarios sobre “Tren tristeza

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