«Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos», decía una frase de Jorge Luis Borges.. Y no se equívoca, por lo menos en este espacio. Muestro la imágen de un callejón que mire al paso, lo mire -por alguna razón siempre me ha emocionado los callejones y aquel lugar los tenía todos- pero nunca entre. Es posible que mis ojos se clavaran por las calles viejas de Oporto, y claro, por mi constante elección de perderme. Ahora (aunque después de un año) vuelvo a toparme con esta imágen que en principio pense que se había borrado y me pregunto: ¿Será que me perdí de algo?, el incansable sentimiento de tomar los viajes que ya no nos pertenecen, mi historia en ese lugar fue anecdótica y son un extraño sentimiento de continuar o volver. Algunas voces dicen que regreso pero otras gritan lo contrario -no se dejen engañar, es sólo una nostalgia de llevar mi maleta de un lado al otro-.