
El señor, quien cargaba una canasta en sus hombros, había caminado varios kilómetros de su silencioso recorrido. Aun así no levantaba la cabeza para mirar a nadie, solo veía tristemente hacia sus pies -aunque ligeramente se acercaban al mar-.
Porque los viajes son los viajeros
El señor, quien cargaba una canasta en sus hombros, había caminado varios kilómetros de su silencioso recorrido. Aun así no levantaba la cabeza para mirar a nadie, solo veía tristemente hacia sus pies -aunque ligeramente se acercaban al mar-.
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Cierto!